miércoles, 11 de junio de 2008

Nueva reflexión: Individualidad / Unicidad

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          Hay dos vertientes en la Naturaleza de nuestra Conciencia, desde las cuales, según en cuál nos situemos, el mundo y nuestras reacciones surgen de forma bien diferentes.
          Podemos situarnos en la inercia de nuestra "Individualidad", desde la cual contemplar nuestra separación de los demás y de todo.
          Y también podemos situarnos en nuestra opción de "Unicidad", de ser parte inseparable del Todo, que está en nuestro ser encarnado tanto como la otra opción, solo que con una inercia muchísimo menos relevante, que quiere decir, que nos costará optar por ella y, sobre todo, mantenernos en el tiempo y en eficacia.

          Desde el "lado" de nuestra Individualidad, la percepción de todo como elementos separados (las personas, las cosas y las situaciones), nos induce a la necesidad de cuidarnos de las posibles ingerencias de todo ello. Es de donde surgió la ignorancia el miedo y la preocupación.
          Igualmente originó en cada uno de nosotros (como individualidades o entidades separadas y diferentes) el sentimiento de necesitar de algo de afuera para sentirnos completos. Y esto va referido tanto a los elementos materiales de los que nos tratamos de envolver o de poseer, como de la persona o personas a las que nos vinculamos con más o menos necesitar de su compañía, apoyo o dedicación, que en el caso del sentimiento de Pareja cobra especial significación en la pretensión de complementariedad.

          Cuando situamos nuestra Conciencia en el "lado" o sentimiento de Unicidad, desaparecen aquellos factores de presión externa, ocupando nuestro sentir la percepción de que todo fluye en armonía y paz, de que todo está en su justo sitio y tiempo, de que no tenemos por qué preocuparnos, sino de ocuparnos en seguir alentando desde nuestro ser ese flujo de concordia.
          Situados en él no percibiremos carencia de algo o de alguien, ya que ese fluir de paz nos conecta con todo cuanto tiene que ver con nuestra realidad existencial, con lo que fluye de Vida en nuestro derredor, de donde tomamos el alimento de nuestra propia paz y seguridad interior.

          Esto que comento lo fui poniendo en práctica mientras paseaba con serenidad por un parque de mi ciudad, montado en bici, y fue interesante cómo percibía el modo en que podemos vivir esos dos estados de Conciencia, ambos dentro de nosotros.
          Se inició la experiencia al sentir intranquilidad al ir a pasar por lugares de poca visibilidad en los giros con la bici, sintiendo preocupación por lo que pudiera aparecer de pronto y que pudiera afectarme física o emocionalmente de algún modo. E igualmente por posibles actitudes de no amigabilidad de algunas personas de las que por allí transitaban.
          En esos momentos caí en la cuenta de a qué se debía ese estado de preocupación. Percibí que estaba en la desconfianza propia que ha venido generando la conciencia de separatividad, de individualidad, de donde fueron surgiendo nuestras tendencias a la autodefensa y competitividad.

          Me dije entonces a mí mismo que quería situarme en la conciencia de "mi amor", del Amor, donde hay un respeto y valoración positiva a todo, sin proyección alguna de factores de maldad u oscuridad hacia algo o hacia alguien. Pretensión que se podía reforzar en mí a raíz de la experiencia de que es nuestro estado interno el que proyecta hacia nuestras circunstancias las características cualitativas de tal estado, es decir, que si proyecto desconfianza hacia alguien o genero en mí simplemente un sentimiento de desconfianza, la Vida tratará de que efectivamente la experimente y hasta cierto modo la pueda justificar, ya que nuestra esencia es de condición creadora, que pretende irnos dando a conocer las capacidades inherentes a nuestro Ser.
          Fue a partir de ese instante que percibía todo lo que aparecía ante mí como algo sin fronteras entre sus elementos, como algo que existía con paz, cada cosa en su sitio, en su proceso individual pero sin desarmonía o afectación hacia lo demás.
          Para mantenerme en esa conciencia y percepción, dado que es a través de los fluidos que nos llegan con nuestra respiración como interactuamos con los demás, procuré generar, desde mi estado de paz interno, el sentimiento de que en mis inhalaciones tomaba del fluir de todo cuanto percibía ante mí, recibiéndolo desde mi amor hacia todo ello, así como cuando exhalaba emitía mi fluir amoroso y de concordia hacia todo lo exterior.

          Fue muy enriquecedora y clarificadora esa experiencia de la validez del estado de conciencia en el que nos situamos, para con ella percibir y emitir vivencias concretas.
          Sumergido aún en la misma, concebí el por qué de mi tendencia, muy generalizada en la condición humana, de buscar la complementación con una persona a la que considerar mi Pareja y con la cual alcanzar estados de realización y superación personal más relevantes, de forma recíproca.
          Ante esta experiencia y comprensión de cómo afecta a nuestras tendencias terrenas el estado de Conciencia y desarrollo que vamos haciendo de nuestra Individualidad, pude comprobar que aquel sentir necesidad imperiosa de complementariedad externa (con otra persona) se debía a no haber alcanzado en mí la suficiente confianza en tal condición esencial de mi Ser, que mantenido en la Conciencia de Unicidad o de inmersión en el Amor universal, se presentaba ahora con otros presupuestos.
          Debía ya actuar como entidad (alma) en proceso de crecimiento desde el sentimiento de separatividad de mi Esencia hacia el de unión con el Todo o de Unicidad, sin tener que diluir o eliminar el sabernos completos y, a un tiempo, partes del Uno,

          Estos presupuestos diferentes no son otra cosa que la posibilidad de sentirnos bien con nosotros mismos, en la forma y circunstancia en la que nos encontremos, donde los demás juegan el papel de espejo de la condición alcanzada dentro de nosotros mismos, conteniendo eso externo ahora los puntos de referencia para lo que tenemos que ir tratando de seguir construyendo dentro de nosotros, como entidades plenas en la Conciencia del Amor universal que pueden ir aumentando su potencial creativo desde ese sentimiento de Yo-Idad (entidad única o diferenciada) sumergida al mismo tiempo en el de Unicidad.
          Es así como no precisaremos de esa otra persona en la forma que habitualmente venimos concibiendo, sino que aquella irá apareciendo en nuestra vida sin factores de poder, presión, afectación, limitación o dependencias recíprocas, para mutuo enriquecimiento y en roles bien diferentes en los modos de implicación respectiva de sus propias vidas. Ahora como almas adultas que saben de su ser único y completo, y sólo precisados para el ejercicio del amor incondicional, como única herramienta válida para el engrandecimiento del propio universo al que cada cual va dando vida dentro y fuera de sí.
          De esta manera es como colaboramos con el plan universal de la Energía Suprema, de hacernos co-creadores con ella y sintiéndonos únicos y Ella misma a un mismo tiempo.

          Con amor,
                    Angel Baña

1 comentario:

darYrecibir dijo...

Sólo en la unión (Unicidad) hallo la luz y paz interior, gracias por este recordatorio!