miércoles, 9 de julio de 2008

Dualidad complementaria: Relación Femenino/Masculino

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          Conviene primero concretar lo que es propio-esencial de cada uno de estos polos, para entrar luego en un análisis de la situación actual de cada uno de ellos y sus intervenciones recíprocas.

          Femenino.- La Unicidad, el Todo unificado, la Interiorización, la Unificación, el Envolver, el Englobar las individualidades, el hacer sentir que Somos Unicidad. Como individuo aspira a Sentir dentro.

          Masculino.- La Individualidad, la Separación, la Autodeterminación, la Exteriorización, ayudar a la Diferenciación, a apartarse del dejarse llevar por la generalidad. Como individuo aspira a Sentir-se dentro.

          Estamos en un ciclo de la humanidad en el que la Energía Femenina se está elevando en su intervención en el orden y estructuras sociales, tal como ocurriera cíclicamente a lo largo de la historia de la humanidad terrestre, como resultado de las presiones y desconsideraciones de un polo sobre el otro.

          Pero una vez más el enfoque de la intervención de la mujer no está siendo desde la fuente de poder de ésta, que es su estructura interna, sino que se le está induciendo al uso de los modos propios de lo masculino, desde la acción externa (estrados, debates, discursos, trabajos físicos,...)

          No obstante, también está habiendo otra inducción a que la mujer cultive y potencie su intervención desde actitudes internas, desde las cuales, envuelta en paz, confianza y amor, irá transformando los comportamientos y energías humanas hacia las características de la Nueva Conciencia.

          La inercia del rol masculino, de acción externa, ha sido la que ha iniciado el proceso en cuyo carro se ha subido la mujer actual, y esto no es más que el fruto de la intervención de la negatividad (oscuridad, ignorancia, miedo,...) aún reinante. La conciencia realmente femenina tiene que saber ir interviniendo en este nuevo proceso con sus herramientas propias, más allá de las inercias desarrolladas por los roles de competitividad y confrontación, por la pugna de poderes controladores de lo social e individual.

          Para que la energía Femenina, en su nuevo reciente resurgir, pueda intervenir desde un rol de armonización y no desde lo tradicional de nueva confrontación con la masculina, precisa de la intervención conjunta de una nueva actitud de la energía Masculina, de aquella que haya comprendido que la Nueva Tierra debe estar regida por la intervención de nuevas actitudes internas de ambas energías.

          Así como los factores de Individualidad (inicio de la autodeterminación, de la diferenciación dentro del Todo) surgieron con la intervención de la energía masculina sobre la Unicidad femenina, como factores polares surgidos del Uno indiferenciado, todo cuanto surge de la creatividad femenina pasa por los valores de definición, de concreción (dentro del nuevo elemento creado), que aporta la polaridad masculina, y es por esto que en la nueva conciencia se precisa que la energía masculina intervenga desde la ejercitación en ella de su conciencia interior, de la activación equilibrada entre sus valores externos de masculinidad e internos de feminidad, así como del potenciamiento consciente de la Unicidad.

          Hasta ahora la energía masculina ha ido potenciando la conciencia de individualidad, de autodeterminación del Yo. Mas ahora que ya ha captado que todos Somos desde la Unicidad, y que toda intervención externa debe estar acompañada de la conciencia de la actitud interna desde la que brota aquella, de la cual surgen los modos y circunstancias en el mundo externo y social, la nueva intervención de la energía masculina irá enfocada hacia el sentimiento de seguridad externa que envuelva a la energía femenina, para que ésta pueda intervenir desde su potencial creativo interno de paz y concordia, es decir, desde sus verdaderos valores de feminidad.

          No se trata, pues, de que lo masculino genere seguridades externas materiales, sino seguridades a los niveles internos de sí mismo y de la energía femenina. No debe pretender asegurar la subsistencia, sino los sentimientos internos desde donde brota todo acontecer de la vida, de los que va a depender más tarde los modos de la existencia.

          Si bien ambas energías están presentes en cada individuo y ambos pueden dar lugar a creaciones externas de ambientes y modos de relación humana, será con la interacción conciente de ambos (hombre y mujer) como esas creaciones adquieran en el campo de la Dualidad (la vida terrestre) una realidad verdaderamente trascendente y estable.

          El hombre, al estar configurado con una envoltura o aspecto Yin (exteriorizante) y un corazón o núcleo Yang (interiorizante), su intervención será hacia aspectos externos, aunque considere en él (en su nueva actitud consciente) la intervención de su núcleo. Recordemos el símbolo del Yin-Yang interaccionándose mutuamente. La mujer puede actuar con su energía envolvente Yang en los aspectos internos, si bien debe hacerlo desde lo que puede aportar la intervención de su núcleo Yin sobre su entendimiento. La trascendencia, pues, de sus intervenciones surgirá desde la oportuna interacción equilibrada de ambos, que requiere del propio equilibrio individual por separado entre sus factores yin y yang que a cada uno de ellos (hombre y mujer) constituye.

                    Angel Baña

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